Al igual que ocurre con el punto, no se conoce con certeza el origen del ganchillo, también conocido como croché o crochet, debido a la falta de muestras de esta labor. Existe la conjetura de que se usaba el dedo índice para tejer, en lugar del típico ganchillo,
de ahí la falta de objetos que
confirmen esta práctica. También se cree que la técnica del croché pudo llegar a Europa desde Oriente Medio, China o Sudamérica.
Las primeras pruebas con las que contamos provienen de la Edad Media. Los pastores tejían toscas capas de lana para protegerse del frío, utilizando ganchos que fabricaban a partir de huesos, por lo que la técnica fue llamada "punto de pastor". Aunque generalmente, y al contrario que la costura y el punto, el ganchillo era realizado por mujeres, concretamente por religiosas. Estas, pasaron su conocimiento a hijas de aristócratas, que fueron las encargadas de transmitir este arte por Europa, popularizándolo a partir del siglo XVI.
El crochet pasó a ser una próspera
industria casera, sobre todo en Irlanda y el norte de Francia. Tanto mujeres como niños tejían en casa ropa, mantas y otras creaciones de ganchillo para conseguir dinero. Estos artículos eran comprados, principalmente, por la emergente clase media. Posteriormente, la reina Victoria adquirió encajes de ganchillo artesanales elaborados en Irlanda e incluso se atrevió a aprender a tejer.
Existen referencias escritas de la existencia de este método: habla de él Elizabeth Grant en su autobiografía, The Memoirs of a Highland Lady, publicada en 1812; la revista alemana Pénelopé publicó los primeros patrones en 1824; y la publicación A Winter's Gift incluyó instrucciones para realizar determinados puntos
en 1847.
En la actualidad, el croché ha dejado de ser cosa de abuelas y también está muy de moda. Es fácil ver a gente tejiendo en el metro y también reuniones para tejer. Podéis ver más información de grupos que se reúnen a tejer en mi anterior post: Las Agujas a través de la Historia: El Punto.
La responsable de despertar el gusanillo del ganchillo en mí fue Adriana, de Teje La Araña. Adriana es una crack de la técnica, que ha aprendido de forma totalmente autodidacta, y que sintió la necesidad de compartir toda la creatividad que había en ella. Ella comenzó una iniciativa de yarn bombing que decora los bolardos de Lavapiés desde hace ya 4 años. Y no es la única acción de yarn bombing en la que participa. Os animo a seguirla, aparte de ser una maestra del crochet, es una gran persona. Gracias arañita, eres parte importante de que Con mi Aguja en las Nubes esté en el ciberespacio.
Y, como es ya una costumbre, os dejo una canción para empezar este puente, que deseo que disfrutéis al máximo. Gracias por estar ahí, lectores.
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